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Esta noche era viernes y el momento de Megan estaba finalizando , solo quedaba una hora. La camarera terminaba de darle una última mesa, un grupo de seis chicos de unos 30 años. Ella observó cómo se dirigían a su sección. Todos eran bastante altos. El más bajo del grupo debía medir cuando menos 1,80 metros, pensó. Uno de los chicos miró en su dirección cuando pasaron. Ella lo miró fijamente y él le dedicó una pequeña sonrisa antes de apartar la mirada.

A los dos nos chifla la anticipación del sexo: esos instantes prácticamente dolorosos que parecen eternizarse cuando no puedes aguardar a quitarte la ropa, sentir esa primera suavidad fresca de la carne desnuda y deleitarte con los fragancias y sabores mucho más íntimos de tu amante. El deseo aumenta con cada pensamiento de lo que está por venir, o con cada imagen mental de vuestros cuerpos desnudos con la polla excitada y el coño húmedo uniéndose en un profundo placer.

Varias copas más y te inclinas un poco más hacia mí, susurrando en mi oído con un rápido resbalón Saldremos de aquí. En el momento en que salimos de la discoteca y volvemos a mi coche , te engancho el brazo a la cintura y tú respondes de la misma manera , inclinándote mucho más hacia mí mientras caminamos. Entramos en el vehículo y cierras los ojos por un instante , lo que me hace preguntarme si estás borracha o adormilada. Apoyas tu mano sutilmente en mi pierna, conque decido exponerme y comienzo a conducir hacia mi casa.

No había palabras , conque ninguno de los 2 trató de invocarlas. Nuestras respiraciones orquestadas llenan el vacío. Al fin reuní fuerzas para levantarme de la pegada. Me giré para mirarla. Estaba de espaldas, jadeando y viendo el ventilador del techo. La atraje como la pequeña cuchara que había sido antes. Nuestros cuerpos estaban prácticamente pegados. Su integrante rebotó y reverberó antes de establecerse en una posición fija.

Con mucho gusto, dije, si bien este retardo era molesto. Significaba un paseo hasta el arroyo helado y cristalino con nuestra jarra de agua. Apurando todo lo que pude, la llené y volví para localizar a Liz, desnuda salvo por sus zapatillas blancas. Estaba arrodillada en nuestra tienda y alisando los sacos de dormir para que nos tumbáramos. Le entregué la jarra y me quité la camiseta. Liz tomó un poco de agua y observó con aprecio de qué manera me bajaba los vaqueros.

Un hombre está tocando tu pecho. Sé lo bastante que te gusta eso. Es una especie de interruptor de encendido para ti (del que me encanta abusar) y sé que tu coño está empapado, puesto que te retuerces poco a poco bajo sus manipulaciones. Tus ojos se cierran mientras las sensaciones te inundan , si bien quieres continuar observando a la mujer gritona y hermética que tienes delante. Ella está tomando una gran polla en su culo en este momento y supuestamente no tiene la posibilidad de tener bastante.

Quiero decir que si no soy muy bueno al principio. No afirmarás que no di una buena garantía, ¿verdad? ¿Después?¡Demonios! En mi limitada experiencia, no estaba tan seguro de distinguir una garantía increíble de una no tan buena, pero¿de qué forma podría equivocarme? Encontré que su garantía se veía mejor cada vez que miraba hacia ella. Cuando conseguimos que la media lata de gasolina volviera a entrar en el tractor cargador, había llegado el instante de que Francine se ganara sus cinco galones.

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La rodeé, cerré un poco las persianas para no ahuyentar del todo a los vecinos, pero para que entrara lo último de la luz del sol, y me puse delante de ella. Me sonrió mientras que bajaba frente a ella, mordiéndose suavemente el labio inferior, mientras empujaba con suavidad pero con firmeza su falda por encima de los muslos hasta rodear su cintura, dejando al descubierto sus medias mientras ella subía las piernas, mostrando sus bragas humedecidas.

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Sí, sospecho. De todas maneras , Carl entró. Dijo que quería ver si se encontraba bien. Ella saltó de la cama y se acercó a abrazarlo y besarlo. Estaba desviste y no tardó en desvestirlo. Lo acercó a la cama y me logró moverme. Él se acostó y ella se puso a horcajadas sobre él. Ver sus tetas balanceándose mientras ella rebotaba hacia arriba y hacia abajo me puso duro de nuevo y ella se acercó y me agarró. Me dijo que se lo hiciese por detrás.

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Ella vuelve a tomar un sorbo casual de su vino y pone una mano detrás de mi cabeza, tirando de mí más abajo en su polla. Se ha vuelto bastante buena en su rollo de ama suave. Los dos nos divertimos en el momento en que toma el mando, como hizo esta noche; no obstante , a ninguno de los dos nos atrae la escena de la dominación ruda, en la que se hiere a los subordinados o se les niega el orgasmo a lo largo de largos periodos. Ella goza del hecho de que yo esté dispuesta a ofrecerle placer sin la amenaza de ser forzada y degradada.