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Esta noche era viernes y el turno de Megan se encontraba terminando , sólo quedaba una hora. La camarera terminaba de darle una última mesa, un grupo de seis chicos de unos 30 años. Ella observó de qué manera se dirigían a su sección. Todos eran bastante altos. El mucho más bajo del grupo debía medir cuando menos 1,80 metros, pensó. Entre los chicos miró en su dirección cuando pasaron. Ella lo miró fijamente y él le dedicó una pequeña sonrisa antes de apartar la mirada.

Tomamos mi coche para ir al lugar de comidas , un lugar mucho más interesante pero informal. Nos sentamos en una mesa apacible. Mientras que examinamos el menú, froto a propósito mi rodilla contra la suya para ver su contestación. Deseo tentarla. Quiero atravesar sus muros. En mi cabeza sé que me estoy aprovechando de su deseo de agradar. Voy a llegar hasta donde su naturaleza lo deje. Me tranquilizo pensando que ella gozará siendo castigada por su debilidad.

Ella tiró de mi remera y yo la ayudé a quitársela, y entonces sus manos se posaron sobre mí y el contacto de sus dedos me provocó multitud de electricidad. Me mordió el pecho y me chupó los pezones mientras yo procuraba chupar los suyos. Puse mi mano entre sus piernas y empecé a frotarme y ella me empujó contra la pared y me besó con tanta fuerza que pensé que nos íbamos a caer en el cubículo de al costado. Empecé a tirar de su cinturón, necesitaba entrar en ella.

No había palabras , así que ninguno de los dos trató de invocarlas. Nuestras respiraciones orquestadas llenan el vacío. Al fin reuní fuerzas para levantarme de la pegada. Me viré para mirarla. Estaba de espaldas, jadeando y viendo el ventilador del techo. La atraje como la pequeña cuchara que había sido antes. Nuestros cuerpos estaban prácticamente pegados. Su miembro rebotó y reverberó antes de establecerse en una posición fija.

Todo esto pasó, y una hora más starde, le dije a mi mujer, Carmen, tranquila nena -, y si Sres, había llegado la hora, de verdad , de lo que iba a acontecer , y salió a la habitación, –aclaro– condición de Carlos que acepté fue que solo mirara desde fuera de la habitación, y sin parte, por el hecho de que no le agrada con los hombres y menos estar en la situación de sexo. y deseaba disfrutar como siempre había hecho con el cuerpo de mi mujer en el hostal donde se encontraba , y al tiempo.

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Ella vuelve a tomar un sorbo casual de su vino y pone una mano detrás de mi cabeza, tirando de mí más abajo en su polla. Se ha vuelto bastante buena en su rollo de ama suave. Los 2 nos divertimos en el momento en que toma el mando, como hizo esta noche; no obstante , a ninguno de los dos nos gusta la escena de la dominación ruda, en la que se hiere a los subordinados o se les niega el orgasmo a lo largo de largos períodos. Ella goza del hecho de que yo esté dispuesta a ofrecerle placer sin la amenaza de ser forzada y degradada.

Trabajó con su dedo corazón sobre su clítoris muy suavemente. Miré hacia abajo y pude ver que sus sacrificios habían comenzado a desprender su montículo, mientras sus dedos se hundían entre sus frágiles labios externos. Ella se sacudió un par de veces por este nuevo contacto, y yo levanté la cabeza para mirar su cara. Sus ojos se abrieron de golpe , pero estaba prácticamente seguro de que no veía nada por medio de ellos, puesto que estaban vidriosos por la lujuria y pronto se cerraron.

Ella tiró de mi camiseta y yo la ayudé a quitársela, y entonces sus manos se posaron sobre mí y el contacto de sus dedos me provocó oleadas de electricidad. Me mordió el pecho y me chupó los pezones mientras yo procuraba chupetear los suyos. Puse mi mano entre sus piernas y empecé a frotarme y ella me empujó contra la pared y me besó con tanta fuerza que pensé que nos íbamos a caer en el cubículo de al costado. Comencé a tirar de su cinturón, necesitaba ingresar en ella.

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La rodeé, cerré un poco las persianas para no espantar completamente a los vecinos, pero para que entrara lo último de la luz del sol, y me puse enfrente de ella. Me sonrió mientras que bajaba frente a ella, mordiéndose suavemente el labio inferior, mientras que empujaba con suavidad pero con firmeza su falda sobre los muslos hasta rodear su cintura, dejando al descubierto sus medias mientras que ella subía las piernas, mostrando sus bragas humedecidas.

Hice una pausa de un par de segundos y me metí el pulgar de la otra mano en la boca, lubricándolo con saliva, y después volví a trabajar mientras que deslizaba el pulgar por su perineo y lo apoyaba, presionando suavemente contra su culo. Aumentando la presión de a poco mientras que la frotaba, y se deslizó con sencillez para luego unirse con el movimiento de entrada y salida de mi otra mano mientras que mi lengua se hacía más estable en su clítoris y tardó solo unos segundos mucho más en correrse.

Entonces tuve un destello de brillantez. Le aviso que debemos dar la vuelta y buscar alguna dirección. El único lugar es la tienda para adultos por la que terminamos de pasar. Mi pasajera se ríe. Me responde que no es muy probable que la sorprenda. Le digo que tiene que entrar a fin de que me asista a seguir las indicaciones. Mientras entramos en el aparcamiento , extraigo su compromiso de venir a ayudarme. Entonces dijo las palabras que yo deseaba oír.

Entonces empecé a follarle el culo en serio. En largos golpes saqué casi todo el sendero , hasta que sólo la punta continuó en ella, y entré hasta que mi saco golpeó contra su coño mojado. Sus dedos trabajaban en su clítoris mientras que la follaba de forma fuerte , sólo parando de vez en cuando para pegar su agitado culo. Aceleré mi follada, sintiendo que se aproximaba el orgasmo. Sin detenerme, me incliné hacia ella y coloqué mis 2 manos en sus suaves lolas , dando pequeños golpes.