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Mi poronga comenzó a hincharse y a ponerse recia. Cuando las chicas pasaron a mi lado hacia la vivienda , la mayor apreció que mi herramienta desnuda comenzaba a alzar la parte inferior de mi bata y a verse. Observé de qué forma sus ojos inspectores se abrieron completamente con sorpresa. Entonces me di cuenta de mi exposición y de forma rápida me di la vuelta y me cubrí mientras que murmuraba mis disculpas. La mayor soltó una risita tranquila y miró con un brillo en los ojos mientras que me empujaba hacia los vestuarios.

El único historial que tiene es el de ser un ruidoso ladrón de gas, y uno malísimo. El suelo por ahí semeja que has desperdiciado tanta gasolina como has metido en tu lata. Sí, sospecho que sí. Asimismo apesta. Eso ha sonado a derrota. Lo hiciste. Dejé el ¿y en este momento qué? colgando en el final de eso. ¿Simon? Tú eres Simon, ¿no? dijo ella, acercándose en este momento , y viendo hacia arriba. Me esforzaría por ser amable contigo, de verdad que sí.

Se perdieron el uno en el otro. El resto de todo el mundo se detuvo a su alrededor mientras procuraban la liberación del otro. En el momento en que la presión comenzó a aumentar en Avery, él empujó a Adriana hacia abajo para que volviera a estar en exactamente la misma situación donde había comenzado. La agarró por el pelo y la enredó en sus manos. Empleando su pelo como palanca, Avery arqueó la espalda y empezó a machacar el culo de Adriana. Podía sentir que su liberación se acercaba velozmente.

Te das la vuelta y levantas las piernas en el aire, dejando al descubierto tu pista de aterrizaje que se ocultaba bajo el tanga hace un segundo. Separas tu coño, invitando a la poronga a ingresar nuevamente. Eres con la capacidad de chupar la otra también , en este momento que no debes apoyarte. Él trata de tomar el mando tratando forzar su polla en tu garganta, pero tú emites un ¡¡¡uh! Yo soy la única que puede hacerte eso, conque eso asimismo es un duro NO.

pasé mis manos por encima de ella mientras follábamos. Acaricié su espalda y tiré de sus pezones. Pasé mis manos por entre sus piernas y mojé mis dedos y los deslicé sobre sus labios. La aparté , sentí como mi polla entraba y salía de ella. Comencé a deslizar la punta de un dedo hacia adelante y hacia atrás sobre su clítoris al ritmo de nuestras embestidas y, de repente , ella se agitó y empujó contra mí con tanta fuerza que casi perdí la estabilidad. Me miró y me percaté de que se estaba corriendo.

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Y ahí es donde reanudamos nuestra historia. Nuestros cuerpos desnudos se apretaron como si nuestra cama fuera un cajón de plata. Maya se acorrucó tras mí, intentando de meter sutilmente el arma más novedosa y más grande de su arsenal -un integrante de 20 centímetros de color carne con dos testículos firmes- en el mío. Empezamos de espaldas, con bastantes dedos y mucho lubricante. Tras un rato, me consideró listo, me dio una palmada en la nalga izquierda y me mencionó que me pusiese de lado.

Stacy siempre y en todo momento había sido hermosa y, francamente , me sorprendió un poco cuando aceptó aquella primera cita conmigo en el instituto y mis amigos se hicieron eco de ese sentimiento, en voz alta. Ahora , sin embargo , todos nuestros amigos nos ven como lo que somos: 2 personas que hallaron su alma gemela a una edad muy temprana. Claro, mi alma gemela resultó ser una bomba alta, delgada y rubia con una personalidad burbujeante y los ojos azules más brillantes que nunca hayas visto, pero no se trataba SOLO de eso.

Con el pasar de los años , mi mujer, Kimberly, comenzó a llevar a cabo viajes a unas partes del mundo que, claramente , no me interesaban. No me malinterpreten, nuestra relación era genial. En el momento en que estábamos juntos, éramos indivisibles. Sólo que ella prefería mantenerse en movimiento, al paso que yo prefería quedarme en el hogar durante una gran parte del año. Me encantaba la zona donde vivíamos, y disfrutaba estando en un espacio donde conocía a la multitud que me rodeaba y ellos me conocían a mí.

Abajo, me apuré a ir al sillón reclinable, recogí las gacetas y las oculté de manera rápida debajo del sillón. Entonces me senté de nuevo y comencé a leer el periódico , ya que no quería arriesgarme a que ella me viese viendo mi porno. Si ella se lo contaba a alguien, mi increíble reputación quedaría arruinada, y eso sería solo el comienzo, ya que después de eso ninguna de las vecinas podría visitarme una vez que se corriese la voz.

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En relación la pequeña nariz del plug tocó el agujero de su culo , comenzó a sentir suaves multitud de tranquilidad que se extendían por su abdomen y por su cabeza. Evie emitió un gruñido gutural mientras que se forzaba a caer sobre el plug, estirando poco a poco más su húmedo y rosado anillo del trasero. El tapón era implacable mientras que se deslizaba lentamente hacia el interior de su virgen agujero trasero. Por reflejo, apretó el intestino y forzó la salida del tapón con un rápido plop.

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Tomamos mi turismo para ir al lugar de comidas , un espacio más satisfactorio pero informal. Nos sentamos en una mesa sosegada. Mientras examinamos el menú, froto a propósito mi rodilla contra la suya para ver su contestación. Quiero tentarla. Quiero atravesar sus muros. En mi mente sé que me estoy utilizando de su deseo de agradar. Voy a llegar hasta donde su naturaleza lo permita. Me tranquilizo suponiendo que ella gozará siendo castigada por su debilidad.

Volvió a agacharse y, desde donde yo se encontraba escondido, la vi abrazarse al lateral del tractor de la cargadora como si fuera su único asegurador. ¿Quién está ahí? dijo finalmente , asomando sólo su frente sobre el capó del tractor. El dueño de ese gas que andas robando. No lo estoy robando. ¿Ah, sí? Lo que tú llamas lo que haces. Estoy. Estoy. Estoy. Andas robando gasolina, eso es. No, no lo estoy haciendo. Solo la estoy tomando prestada. Mierda de toro, pequeño ladrón de gasolina.